En la misma nota de Ruthie, transmitire una columna de Luis Fernandez, porque me parecio excelente.
Bondades Innecesarias.
"Si no te hice ningún bien,
por qué tu mano me hiere..."
Andrés Eloy Blanco
En una de mis películas favoritas, la protagonista, Nicole Kidman, llega a un pueblo perdido huyendo de un gran peligro. Los habitantes de este caserío la reciben y albergan en lo que parece un acto de bondad y tolerancia. Ella, agradecida comienza a hacerles favores para retribuirles la atención, y es así que comienza entre ellos una típica relación disfuncional, muy parecida a la que sostenemos a diario con nuestros compañeros de trabajo y, sobre todo, con nuestros compañeros de vida.
Con el tiempo, y teniendo la ventaja de ser lo que "hacen el favor", los habitantes del pueblo comienzan a exigir más de su huésped. Pasado el furor inicial del acto benévolo, mitigado ya el placer de haber hecho algo "bueno" por el prójimo en desgracia y convencidos de la superioridad que les otorga el haber sido tolerantes, comienzan a abusar a la protagonista. Ella, que está en inferioridad de condiciones, pero que se sabe superior en intelecto y sabiduría, justifica las acciones que el pueblo ejerce en su contra alegando que "están haciendo lo mejor que pueden". Las palabras dichas por Kidman me sonaron alarmantemente familiares.
La mujer intenta ahora transformarlos, hacerlos mejores personas, convencerlos de que hay un camino para salir del marasmo mediocre que los sostiene apenas como muertos en vida en medio de sus desgracias cotidianas. Ante esta atrevida iniciativa, los habitantes del pueblo, aferrados a su diminuta felicidad de clase media y negados a ser más que lo que cómodamente son, la convierten ahora en una esclava y la atormentan sistemáticamente para que entienda que eso que propone no es más que una herejía insólita y que la mediocre e infeliz es ella. Nuevamente aquello retumbó en mis oídos como algo mil veces escuchado.
Finalmente, el que peligrosamente perseguía a nuestra heroína logra dar con ella. La mujer huía despavorida de la arrogancia criminal de su padre que amenazaba con convertirla en una como él. Ella estaba dispuesta a soportar cualquier abuso para evitar aquella, y además, entenderlo como algo correcto. El padre le dice ahora: Justificar a esos mediocres y tenerles esa compasión es el acto más arrogante quejamás haya visto. Ella, que comprende que es cierto, toma entonces su decisión final y le responde a su padre: Si hay un pueblo sin el cual el mundo sería un mejor lugar, es éste. Y es así como el pueblo y sus habitantes, a punta de metralla y fuego, deja de existir para siempre.
Una vez culminada la película, quedó aquella conclusión rondándome durante meses.
Si, digamos, desde lo que no sin esfuerzo hemos aprendido, intentamos ayudar al que no se quiere ayudar, si le damos la oportunidad al que siente que no se la merece, es natural entonces que en lugar de agradecimiento intenten satanizarnos, pues hemos osado confrontarlos con lo que son. Justificarlo diciendo que el pobre está haciendo lo mejor que puede, es un acto de arrogancia y con certeza nos llevará a ametrallarlo de un modo o de otro.
Si, digamos, una mujer ofrece redimir a un hombre con su amor y hacerlo feliz, y este tolera el casarse con ella y hacerla generosamente su mujer. Si entonces ella, agradecida con la estabilidad y la seguridad que le ofrece, comienza a atenderlo hasta convertirse en una especie de esclava. Si, con el tiempo, él comienza a abusarla sistemáticamente y ella lo justifica diciéndose que él hace lo mejor que puede, que ella al fin de cuentas es la señora, que así fue como lo criaron. Sería natural que tarde o temprano, como la protagonista de la película, tome la mujer la metralleta de la infidelidad, del desamor, de una venganza cualquiera, y se la vacíe al infeliz en la cabeza.